Una azafata ve a su marido en el avión y se da cuenta de un detalle sorprendente

Levantó la vista y sus ojos se encontraron. La taza se le escapó de las manos, salpicando café por todas partes al caer al suelo. Su vestido estaba completamente estropeado, pero ella ni siquiera se dio cuenta. Lo único que podía hacer era mirarle fijamente.

La mente de Lena daba vueltas, incapaz de comprender cómo Gabriel podía estar en este vuelo, vivo y sano. Ella había estado allí cuando su ataúd fue enterrado. Había llorado su muerte todos los días desde entonces, cayendo en un caos absoluto. Durante meses, no pudo dormir, ni comer, ni siquiera ducharse correctamente.