A medida que se acercaba al gallinero, notó que sus gallinas se comportaban de forma peculiar, sus movimientos teñidos de una inquietud poco habitual. Se paseaban nerviosas dentro de su recinto y sus cuerpos emplumados parecían temblar de miedo. Jack podía sentir su angustia, la tensión palpable en el aire le producía escalofríos. ¿Qué podría haber provocado tal ansiedad en sus queridas bandadas?
Los ojos de Jack recorrieron el gallinero y su corazón dio un vuelco al darse cuenta de que faltaba una gallina de su lugar habitual. Escudriñando frenéticamente la zona, se detuvo bruscamente al ver un pequeño montón de plumas esparcidas por el suelo. Un escalofrío recorrió sus venas. «No, no, no, no», gritó.