La cara de Peter se contorsionó de asombro mientras se esforzaba por responder. «¡Eso es imposible!», espetó, alzando la voz. «¡Ese dinero es mío! Los bitcoins son míos» Cindy ladeó la cabeza, sin alterar su actitud tranquila. «En realidad, no», dijo con frialdad. «Los papeles del divorcio dicen claramente que el contenido de la caja Cartier me pertenece»
Las protestas de Peter murieron en sus labios al darse cuenta. Con una sonrisa que lo decía todo, Cindy cogió su nuevo bolso Birkin y salió de la gala, dejando a Peter tambaleándose en silencio.Esa misma noche, Cindy se relajó en su apartamento, con su bolso Birkin descansando elegantemente sobre una silla. Se sirvió una copa de vino y, por primera vez en años, se sintió en paz.