«Oh, Peter», dijo encogiéndose de hombros despreocupadamente, «en realidad es gracias a ti. ¿El collar que me regalaste? O mejor dicho, la caja de Cartier» Peter frunció el ceño, confuso. La sonrisa de Cindy se ensanchó. «¿Recuerdas el pendrive que perdiste? ¿El que no encontrabas por ninguna parte? Resulta que estaba dentro de la caja»
Peter se quedó helado al oír sus palabras. «Y ese pendrive contenía la contraseña de la cuenta bitcoin que te convencí de abrir hace años. En la que invertiste cuando empezó. Esa cuenta vale ahora 20 millones de dólares, Peter. Y como estaba en la caja de Cartier, es mía»