Sus dedos se posaron sobre el teclado mientras pensaba en su siguiente paso. Una cosa estaba clara: el pen drive contenía un secreto que podía cambiarlo todo. Lo extrajo rápidamente del portátil, con movimientos precisos. Con cuidado, lo colocó en su bolso, oculto a la vista, y lo guardó bajo llave.
Cindy permaneció inmóvil durante largo rato, con la mirada fija en la habitación a oscuras. Sus emociones oscilaban entre la sorpresa, la rabia y una gélida determinación. El pendrive había cambiado las reglas del juego. Pero sabía que tenía que permanecer callada: hasta que no finalizara el divorcio, no podía arriesgarse a revelar lo que había descubierto.