Sus pensamientos se aceleraron y la curiosidad la acosó. El pen drive tenía que significar algo, ¿por qué si no lo habían escondido? Cruzó la habitación con la respiración agitada y encendió el portátil. Echó un último vistazo al objeto que tenía en la mano y lo conectó.
La pantalla cobró vida y los ojos de Cindy se entrecerraron al escanear los archivos. Se llevó la mano a la boca, con el corazón martilleándole en el pecho. Lo que había encontrado en el pendrive la dejó aturdida y su mente se llenó de preguntas. No podía dejar que nadie lo supiera, todavía no.