Cindy no había nacido en la riqueza, pero no la necesitaba para vivir una vida feliz. Criada en una familia de clase media, su mundo giraba en torno al amor y la risa. Conocer a Peter en la universidad fue como el destino: era encantador, magnético, y el hecho de que fuera rico era sólo un extra. Peter lo tenía todo, o eso creía Cindy.
Se casaron justo después de graduarse. Al principio, su vida juntos parecía un sueño. Lujosas vacaciones, cenas a la luz de las velas y grandes fiestas llenaban sus días. Pero con el tiempo, Cindy empezó a notar algo inquietante. El mundo de Peter brillaba, pero bajo ese brillo había un vacío que ella no podía ignorar.