Un águila arrebata un gato del patio – ¡Lo que descubren los vecinos te dejará boquiabierto!

Dos años después, Juniper ya no era el gatito frágil que había encontrado. Se había convertido en un gato vivo y enérgico que conocía cada crujido de la casa y cada rayo de sol del jardín. Para Samantha era más que una mascota: era su compañero, su amigo y su hijo, todo envuelto en una bolita peluda.

Aquella mañana, Samantha estaba sentada fuera con una taza de café calentándole las palmas de las manos, viendo a Juniper perseguir mariposas por el jardín bañado por el sol. El mundo volvía a sentirse apacible, por una vez, el tranquilo zumbido de la vida a su alrededor la arrullaba en una paz que no se había dado cuenta de que aún ansiaba.