Un águila arrebata un gato del patio – ¡Lo que descubren los vecinos te dejará boquiabierto!

Aún recordaba el primer día que llegó a la adormecida ciudad de las afueras, con el coche lleno de cajas apresuradas y pedazos de una vida rota. La casa de dos plantas crujía bajo el peso de los años, pero tenía una suavidad, una promesa de curación que no había encontrado en ningún otro lugar.

Mientras subía sus pertenencias por los estrechos escalones del desván, su pie se enganchó en una vieja caja de cartón y, desde dentro, se produjo un leve movimiento. Acurrucado entre adornos olvidados había un pequeño gatito blanco, no más grande que su mano, su madre no aparecía por ninguna parte, sus ojos azules abiertos de par en par por el miedo.