Un hombre sigue a un alce herido en el bosque: ¡lo que descubre a continuación pone su vida patas arriba!

Entonces encontró el cadáver. No eran los restos de un animal capturado por un depredador; Jacob había visto lo suficiente en la naturaleza para reconocerlo. Las heridas eran demasiado precisas, antinaturales. El cuerpo había sido abandonado, no consumido. Un escalofrío le recorrió la espalda. Algo siniestro estaba ocurriendo en el bosque.

La confirmación final llegó cuando oyó el sonido. Un lamento agudo y agónico atravesó los árboles durante una de sus carreras matutinas. No parecía natural en absoluto. Era desesperado, doloroso. Su corazón latía con fuerza mientras seguía el sonido, pero cuando llegó, el silencio se había apoderado de él.