El corazón de Jacob latía con fuerza cuando por fin tuvo lo que necesitaba: una prueba. Allí estaba, un pequeño campamento oculto bajo el espeso dosel, confirmando que había gente moviéndose por el bosque. Sintió un gran alivio, pero fue efímero. Algo le corroyó las entrañas mientras se acercaba más.
Extasiado, se inclinó hacia la pantalla. Era la prueba irrefutable. Pero al enfocar la imagen, su entusiasmo se convirtió en horror. Un poco más allá del campamento, un alce yacía tendido en el suelo del bosque. Su enorme cuerpo apenas se movía, su respiración era lenta y entrecortada.