Un hombre sigue a un alce herido en el bosque: ¡lo que descubre a continuación pone su vida patas arriba!

Jacob se encorvó sobre la pantalla, con la mandíbula tensa por la determinación. Tenía que tener razón. Los indicios, las coincidencias, todo era demasiado para descartarlo. Su dron sobrevolaba el denso bosque y la pantalla no mostraba más que un interminable mar de árboles. La duda le corroía. ¿Había estado persiguiendo fantasmas?

Entonces… movimiento. Su respiración se entrecorta cuando algo parpadea en el monitor. Con el corazón palpitante, acercó la imagen y sus dedos temblaron ligeramente. Ahí estaba. Una prueba fría e innegable. Sintió un gran alivio, pero fue efímero. Algo iba mal. La imagen se hizo más nítida, revelando un detalle escalofriante que no esperaba.

A Jacob se le retorció el estómago. Su triunfo se convirtió en pavor al procesar lo que estaba viendo. Los latidos de su corazón rugieron en sus oídos y un sudor frío le recorrió la piel. Esto no era sólo una prueba de que tenía razón, era algo mucho, mucho peor.