Fue entonces cuando sus pensamientos cambiaron. Empezó a fijarse más en el mundo natural que le rodeaba y que influía enormemente en la vida de Charmouth. Entonces Jonathan comenzó a juguetear con una idea. Las costas rocosas y los mares agitados que rodeaban Charmouth a menudo provocaban tormentas intensas e impredecibles. Las olas y las marejadas amenazaban a los barcos y a veces dañaban el histórico faro encaramado en la punta del acantilado.
Si pudiera capturar imágenes exclusivas de la furia de las tormentas con la nueva tecnología, quizá los editores de periódicos volverían a confiar en él. Así fue como Jonathan se encontró una mañana sacando de la caja un nuevo y reluciente dron de alta tecnología, recién salido de una arriesgada compra con sus menguantes ahorros. Tenía que funcionar.