Y la imagen de una mochila de color naranja brillante abandonada entre la maleza estaba grabada en la mente de Jonathan. Repitió una y otra vez el momento en que la vio por primera vez. Si hubiera traído antes su dron, quizá las cosas serían diferentes…
Durante los días siguientes, más residentes de Charmouth se unieron a la búsqueda de Mia. Los equipos caminaban penosamente por el fango y la maleza enmarañada, con las voces enronquecidas por los gritos incesantes del nombre de Mia. Pero a medida que transcurría una hora tras otra sin rastro alguno de la niña, los nervios empezaron a crisparse. La conmoción y la preocupación se convirtieron en sospechas y acusaciones.