Un dron capta algo que nadie debía ver

Jonathan parpadeó para ahuyentar las lágrimas de frustración. Incluso a vista de pájaro, la vegetación era demasiado espesa. Podía pasar inútilmente por encima de Mia y no enterarse nunca. A medida que pasaban las horas, la esperanza disminuía. Los equipos, agotados, regresaron a regañadientes al puesto de mando cuando el cielo se oscureció, incapaces de seguir adelante en estas condiciones despiadadas…

Jonathan aterrizó el dron y ayudó a los coordinadores del campamento base de búsqueda. Pero su corazón se sentía hueco por el miedo. La pequeña Mia estaba en algún lugar de aquel desierto azotado por la tormenta, expuesta a la larga noche que se avecinaba.