A Jonathan se le aceleró el corazón cuando la cámara del dron enfocó el bosque. Entre las hojas y las ramas había algo que le heló la sangre. «No puede ser…», susurró.
Esta revelación lo cambió todo. ¿Realmente estaba viendo lo que creía? Definitivamente, aquello no encajaba entre los verdes y marrones apagados del bosque. Tenía que alertar a las autoridades inmediatamente. Con dedos temblorosos, Jonathan buscó a tientas su teléfono, con la mente en blanco. ¿Cómo podía algo tan pequeño desencadenar consecuencias tan devastadoras? Había vidas en juego.
Mientras Jonathan se esforzaba por marcar el 911, sus ojos permanecían pegados a la pantalla. Se esforzaba por comprender lo que veía medio oculto entre la maleza. «¿Cómo?», tartamudeó. Las alarmas se dispararon en su mente a medida que los detalles se registraban a través del shock. «Dónde…», ni siquiera podía terminar las frases y seguía tartamudeando. Lo único que sabía era que tenía que avisar a alguien antes de que fuera demasiado tarde. Jonathan sabía que el tiempo se agotaba. Agarrando el teléfono con más fuerza, conectó con el 911 y se preparó para describir el hallazgo que lo cambiaría todo…