Un perro no deja de mirar a la pared – El vecino se horroriza al descubrir la verdad

El rostro del anciano era un tapiz de pesar y tristeza, líneas profundizadas por años de soledad y la carga de su secreto. Henry sintió una punzada de compasión por él, pero sabía que aquella situación no podía continuar.

«Merece estar en la naturaleza, o al menos en algún lugar donde puedan cuidarla como es debido», dijo Henry en voz baja. «Hay lugares que pueden ayudarla, lugares que pueden darle la oportunidad de vivir como debe» El señor Carlton asintió lentamente, con lágrimas en los ojos.