A medida que se acercaba, su corazón empezó a acelerarse. Abrió la pesada tapa del congelador y un fuerte olor a carne inundó el aire. Dentro, Henry vio grandes trozos de carne apilados al azar. Se quedó mirando, asombrado y perplejo.
¿Por qué un hombre que vivía solo guardaba semejantes cantidades de carne en el congelador de un sótano? Aquello no hizo más que aumentar su inquietud. Henry no podía evitar la sensación de que había algo más en este extraño montaje de lo que parecía a simple vista.