Su perro se adentró inesperadamente en el bosque y, cuando por fin lo encontró, ¡se le heló la sangre!

«¡Policía!», gritó una voz, cortando la tensión. Se desató el caos y el viajero y su equipo se revolvieron presas del pánico. Intentaron huir, abandonando sus trampas y equipo, pero ya era demasiado tarde. Los agentes irrumpieron en el claro, con órdenes rápidas y autoritarias.

Al cabo de unos instantes, el viajero fue derribado al suelo y su arma cayó al suelo mientras gritaba maldiciones a la noche. A su equipo no le fue mejor, ya que su huida se vio frustrada por la rápida acción de la patrulla forestal. Jacob se sintió aliviado cuando por fin desapareció el peligro.