Las palabras del viajero hicieron que Jacob sintiera un escalofrío, pero no bajó la rama. Se mantuvo firme, con el corazón palpitante, aplastado por el peso de la situación. El viajero apuntó a Jacob con su arma y su equipo se acercó, con intenciones tan claras como el frío acero en sus manos.
Pero antes de que el viajero pudiera disparar, el bosque estalló en un estruendo: sirenas a todo volumen, luces que destellaban entre los árboles y los frenéticos ladridos de Bernie resonando como un grito de guerra. La compostura del viajero se quebró y sus ojos se abrieron de par en par cuando el ruido de los vehículos policiales que se acercaban envolvió el claro.