Los pensamientos de Jacob chocaron: ¿debía huir ahora, mientras el oso vacilaba, o realmente buscaba su ayuda? Nada tenía sentido. Pero la tristeza en los ojos del oso habló más alto que la lógica, acallando el terror lo suficiente para que Jacob actuara.
Temblando, se levantó del suelo y cogió su teléfono. Le temblaban los dedos mientras escribía un mensaje apresurado a un compañero de trabajo: «Algo extraño. Un oso herido me ha llevado a lo más profundo del bosque. Si no me entero pronto, envía ayuda» Pulsó enviar y se volvió hacia Bernie.