Dave fue conducido a la parte trasera de un coche patrulla de la policía, con la cabeza dándole vueltas por la confusión y el miedo. La gravedad de la situación empezaba a pesarle y sabía que cualquier intento de resistirse o interrogar a los agentes sería inútil. Con el corazón encogido, accedió a todas sus peticiones, sintiendo que su sentido de la autonomía se desvanecía a cada momento.
Mientras se dirigían a la comisaría, los agentes informaron a Dave de que tenían que interrogarle sobre lo que habían encontrado en el desagüe. Dave no pudo evitar sentirse aprensivo y confuso. Le estaban tratando como si fuera un delincuente, a pesar de que no había hecho nada malo. Su mente se llenó de preguntas y dudas, tratando de averiguar por qué la situación se estaba desarrollando de esa manera.