Cada día, un perro se asoma a un desagüe pluvial: ¡descubrimiento espeluznante al abrirlo!

Con el corazón acelerado y la mente nublada por el miedo, Dave corrió por el laberinto de tuberías retorcidas y agua maloliente. Tropezó y tropezó, pero se obligó a seguir adelante, impulsado por la implacable persecución de un depredador invisible. El sonido de las pisadas y la respiración entrecortada resonaban en los estrechos túneles, acercándose a él a cada segundo que pasaba. Los pensamientos de Dave estaban consumidos por un único y desesperado deseo: escapar antes de que fuera demasiado tarde.

Con la adrenalina corriendo por sus venas, Dave se lanzó por los túneles poco iluminados, sus ojos escudriñando los turbios alrededores en busca de cualquier señal de una salida. Cada paso que daba resonaba en las paredes, amplificando su creciente temor. La agobiante sensación de impotencia no hizo más que empeorar cuando oyó que algo se deslizaba entre las sombras detrás de él, acercándose a cada segundo que pasaba. Dave sabía que tenía que seguir moviéndose, pero al darse cuenta de que podría no salir con vida sintió escalofríos.