Dave y sus compañeros intentaban desesperadamente levantar la tapa del desagüe, pero parecía una tarea imposible. Mientras gruñían y se esforzaban, apareció el dueño de una tienda, blandiendo una palanca como un caballero listo para la batalla. Cuatro hombres más llegaron al lugar, cada uno armado con una palanca metálica. Juntos formaban un grupo decidido a descubrir el origen de los misteriosos ruidos. Pero por mucho que lo intentaron, la cubierta permaneció obstinadamente en su sitio, impasible a sus esfuerzos colectivos.
A medida que aumentaba la frustración y disminuían las esperanzas, Dave estuvo a punto de admitir la derrota. Pero, como si de una intervención divina se tratara, uno de los espectadores vio el número de teléfono grabado en la tapa del desagüe. Dave cogió su teléfono y marcó los dígitos con dedos temblorosos. Milagrosamente, una voz respondió al otro lado de la línea.