Las hermanas, antes divididas por los secretos de su pasado, encontraron consuelo en la avalancha de apoyo. Por primera vez en años, sintieron que se les quitaba el peso de la historia de su familia. Lo que antes había sido una fuente de vergüenza se había transformado en algo que ahora podían afrontar juntas.
Por fin, Mary podía respirar libremente, sabiendo que la verdad las había puesto a ella y a Esmerelda en el camino de la curación. La historia de su padre, antes silenciada por la vergüenza, era ahora un testimonio de su valentía y resistencia. Juntas, estaban decididas a honrar su memoria, no sólo para ellas, sino para que el mundo lo viera.