Una prueba de ADN hizo que una mujer se diera cuenta de que le habían mentido durante casi 70 años

A Mary se le llenaron los ojos de lágrimas y se volvió hacia su hermana. «Deberías habérmelo dicho», susurró con la voz entrecortada. Esmerelda, igualmente emocionada, respondió: «No quería que sufrieras como yo» Se abrazaron con lágrimas en los ojos, compartiendo por fin el dolor que las había separado durante tanto tiempo.

A pesar de la tristeza de la historia, Mary sintió una inesperada sensación de paz. Conocer la verdad sobre el encarcelamiento de su padre le aportó claridad. Durante años, había cargado con un vago y doloroso misterio, pero ahora comprendía qué había ocurrido y por qué. Eso la reconfortaba.