Había una manera de entrar, pero entrañaba riesgos. Jessy tenía una llave de repuesto. Se ofreció a usarla, pero Mary dudó. Ambas sabían que podría considerarse allanamiento de morada, aunque Jessy era hija de Esmeralda. Sin embargo, no tenían otra opción.
Tras comprobar que la casa estaba vacía, se dirigieron a la puerta del sótano. Para su consternación, estaba cerrada. Jessy sugirió encontrar la llave o forzar la cerradura. Mientras Mary buscaba una llave, Jessy cogió un destornillador y un martillo, dispuesta a forzar la puerta.