Una prueba de ADN hizo que una mujer se diera cuenta de que le habían mentido durante casi 70 años

Mary se dio cuenta de que no podía arrastrar a Jessy aún más en este lío. Se quedó a cenar, con la intención de marcharse después. Pero para sorpresa de Mary, cuando estaba lista para irse, Jessy agarró su abrigo e insistió en acompañarla. «No vas a ir sola», dijo Jessy con firmeza.

A regañadientes, Mary aceptó. Juntas, condujeron hasta la casa de Esmeralda, sabiendo que las respuestas que buscaban podrían estar finalmente a su alcance. La casa estaba a oscuras, no había señales de nadie dentro. Llamaron a la puerta, pero no obtuvieron respuesta.