Mary intentó obtener más respuestas, sus dedos temblaban mientras tecleaba. Preguntó a Esmeralda por qué debía marcharse, exigiendo una explicación más allá de vagas advertencias. Pero la respuesta de su hermana fue críptica y frustrante: «Tienes que confiar en mí, Mary. No puedo explicártelo»
Justo cuando Mary estaba a punto de responder, el especialista regresó. Su expresión había cambiado. Su rostro había palidecido y tenía en la mano uno de los álbumes de fotos de Mary. Estaba claro que algo iba mal y la tensión en la habitación se hizo insoportable.