A pesar de las advertencias de su hermana, Mary siguió con su plan. Recogió las pocas fotos que tenía de sus padres y se dirigió a su cita con el especialista en ADN. No podía deshacerse de la sensación de que algo crucial estaba fuera de su alcance.
En la clínica, Mary fue recibida por el especialista jefe. El proceso comenzó con la cumplimentación de formularios y el suministro de datos familiares básicos. A continuación, se le tomó una muestra de saliva, seguida de la necesidad de una muestra de sangre. Todo parecía rutinario, pero la excitación de Mary enmascaraba la tormenta que se avecinaba.