El extraño comportamiento de su hermana era preocupante, pero trató de disimularlo como uno más de sus estados de ánimo. Al fin y al cabo, se estaban haciendo mayores y su hermana siempre había sido un poco imprevisible. Sin embargo, en el fondo, Mary no podía evitar la sensación de que algo iba muy mal.
Mary recordaba que, incluso cuando Esmeralda y ella mantenían un estrecho contacto, rara vez hablaban de sus padres. Cada vez que Mary sacaba el tema de su familia, Esmerelda cambiaba rápidamente de tema. Mary suponía que la reticencia de su hermana se debía a los dolorosos recuerdos del encarcelamiento de su padre y el abandono de su madre.