Al quinto intento, su hermana descolgó, pero su tono era frío y hostil. «¡Mary, no te atrevas a hacerte esa prueba de ADN! Deberías dejar el pasado donde pertenece», le espetó antes de colgar de nuevo, dejando a Mary desconcertada y conmocionada.
Mary se sentó en silencio, intentando asimilar la repentina hostilidad de su hermana. ¿Por qué insistía tanto en la prueba de ADN? ¿Qué ocultaba? Agotada y confusa, Mary decidió consultarlo con la almohada, con la esperanza de que las cosas se aclararan por la mañana.