La caminata era agotadora y el peso del herido sobre sus hombros empezaba a pasarles factura. Los excursionistas estaban agotados y sedientos, y cada paso parecía una lucha.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron al pueblo y llevaron al hombre al hospital. Los médicos estaban asombrados por su estado: estaba gravemente desnutrido y deshidratado, pero estaba vivo.