A medida que Nathan se acercaba a la posición de Jack, un silencio tenso e intranquilo envolvía la nave. La charla y los sonidos habituales del crucero parecían haberse acallado, como si el propio barco contuviera la respiración. El ambiente estaba cargado de expectación y de lo desconocido.
Al doblar una esquina, Nathan se encontró cara a cara con el capitán Jack y sus hombres. Con paso firme y mirada inquebrantable, se puso en su campo de visión. Los piratas, sorprendidos por su repentina aparición, levantaron sus armas, pero Nathan mantuvo la compostura.