Le horrorizaba la idea de que cualquier miembro de la tripulación o pasajero se encontrara con los piratas y fuera secuestrado o algo peor. Después, Nathan pidió al capitán que apagara rápidamente los motores del barco, dejándolo a la deriva a merced del océano.
Mientras la tripulación y los pasajeros seguían las órdenes, los piratas abordaron el barco. Eran cinco, armados con viejos AK-47. Aunque parecían desorganizados, su sigiloso abordaje demostraba que no era su primera vez.