Un gato callejero no para de traer objetos extraños a casa y su dueño encuentra un mensaje oculto

Al caer la tarde, volvió a caer una llovizna que la obligó a regresar a casa. La ropa se le pegaba y aferraba la linterna como si pudiera alejarla de la desesperación. Al pasar por delante de una tienda de comestibles, oyó cuchichear a dos compradores. «¿Es la chica del gato desaparecido?» Sintió que se le sonrojaba la cara y que la vergüenza se mezclaba con la desesperación.

En la puerta de su casa, se dio cuenta de lo agotada que estaba. Dentro, el contestador parpadeaba con un solo mensaje. Con el corazón palpitante, tanteó para pulsar el play, esperando noticias de Orión. Una voz suave crepitó.