Un gato vigila a su bebé todas las noches – Cuando los padres lo ven, rompen a llorar

Por un momento, ambos se quedaron inmóviles, con los ojos fijos en una comprensión compartida. Sin pronunciar una sola palabra, Julian y Jennifer comprendieron que habían sido testigos de algo inexplicable. Les recorrió un escalofrío por la espalda, helándoles el cuerpo y robándoles el aliento. ¿Qué demonios podía ser?

Se les heló la sangre y el corazón les palpitó en el pecho. Entonces, como si recobrara el sentido, Julian volvió a la acción. Sin vacilar, su mano temblorosa cogió el teléfono y, tanteando con los dedos, marcó el número de emergencias. Esperaba desesperadamente que su llamada no llegara demasiado tarde…