¿Alguien puede ayudar? Un hombre herido se desploma en una calle atestada de gente

Resulta bastante desconcertante que, incluso después de encontrarse por segunda vez con la misma situación de angustia, parezca seguir careciendo de cualquier sentido de empatía o motivación para intervenir y ayudar. Esta indiferencia repetida plantea interrogantes sobre por qué sigue sin decidirse a actuar.

En esta situación, nos enfrentamos a dos principios opuestos: el deber moral de ofrecer ayuda y la inclinación natural a imitar el comportamiento de quienes nos rodean. Por un lado, existe el imperativo ético de intervenir y ayudar a quien lo necesita.