Pronto se puso en contacto con él una importante empresa de medios de comunicación, que le ofreció un puesto como director de casting junior. Con sólo 19 años, Lucas se convirtió en uno de los directores de casting más jóvenes del sector.
Comprendía las dificultades de los aspirantes a actores e intérpretes, y utilizó su plataforma para dar voz a los que habían sido ignorados o marginados, como él lo había sido en su día.
Lucas se lanzó a su nuevo papel con la misma determinación que había impulsado su carrera deportiva. A medida que la carrera de Lucas prosperaba, los dolorosos recuerdos del instituto empezaban a desvanecerse. La noche de la broma del baile de graduación, que una vez fue motivo de profunda humillación, ahora parecía un recuerdo lejano, casi surrealista.