Por primera vez en su vida, pisó un gimnasio a pesar de su miedo y nerviosismo. Estaba decidido a dar un giro a su vida, y lo que le ocurrió en el baile de graduación le sirvió de gran motivación.
Se fijó objetivos pequeños y alcanzables y empezó a escribir un diario para seguir sus progresos. Las primeras semanas fueron agotadoras; le dolía el cuerpo y hubo momentos en los que sintió ganas de rendirse. Pero cada vez que pensaba en la crueldad que había soportado, su determinación se fortalecía.