Una oleada de emociones se apoderó de él: esperanza, incredulidad y un atisbo de duda. Pero el anhelo de aceptación y amistad, aunque sólo fuera un momento de sentirse visto y valorado, eclipsó su cautela.
«Sí, claro», balbuceó Lucas, intentando ocultar su sorpresa. «Me encantaría» La sonrisa de Ariel se ensanchó y saludó con la mano antes de marcharse, dejando a Lucas allí de pie, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.