Lucas y Ariel habían sido amigos íntimos en la escuela primaria. Por aquel entonces, pasaban incontables horas jugando juntos durante el recreo, compartiendo secretos y soñando con el futuro.
Ariel tenía buen corazón y veía a Lucas tal y como era, un chico amable con un gran corazón. Su amistad era una fuente de inmensa alegría para Lucas, que apreciaba cada momento que pasaban juntos.