El torrente de adrenalina que recorría el cuerpo de Katie hizo que todo pareciera surrealista, nublando su capacidad para reconocer la voz que la llamaba por su nombre. Pero cuando miró en la dirección del sonido, lo vio claro: era Peter, que de algún modo había conseguido encontrarla justo cuando más lo necesitaba.
Sin embargo, el gato montés, sin conocer a Peter, actuó según sus instintos y empezó a correr hacia él. Al darse cuenta del peligro en un instante, Katie se puso rápidamente delante de Peter, dispuesta a protegerlo. Milagrosamente, el lince detuvo su carga justo antes de alcanzarlos, evitando un enfrentamiento en el último momento.