«No te muevas», le instó Peter. «Iré a verte tan pronto como pueda y resolveremos esto juntos» Katie hizo una pausa, indecisa sobre qué hacer a continuación. Decidió enviar a Peter su ubicación en directo, con la esperanza de que pudiera ayudarla una vez allí. Pero a medida que pasaba el tiempo, la urgencia que sentía era demasiado grande para ignorarla. Una fuerza inexplicable la empujaba a seguir al enigmático gato montés hacia lo desconocido.
A medida que el gato se adentraba en la espesura del bosque, la ansiedad de Katie se hacía más intensa. La sensación de ser observada le producía escalofríos y cada susurro de las hojas en las sombras le resultaba premonitorio. Podía oír sonidos extraños a lo lejos. Nunca lo había oído antes… Justo cuando estaba a punto de dar media vuelta, un ruido fuerte y repentino rompió el inquietante silencio.