Irrumpió en la clínica y pidió ayuda urgentemente. Para su alivio, un veterinario experimentado estaba preparado, con sus ojos experimentados evaluando rápidamente la situación. Con firmeza pero con delicadeza, indicó a Tina y a James que colocaran a las criaturas en las mesas de exploración. Sin embargo, cuando Tina se dispuso a seguirle, el veterinario la detuvo con la mano extendida.
«Sé que quieres quedarte con ellos, pero necesito espacio para trabajar. Te prometo que te pondré al día en cuanto pueda» Tina abrió la boca para protestar, pero se contuvo. Se dio cuenta de que el veterinario sabía lo que hacía. Asintió a regañadientes y se retiró a la sala de espera, con James a su lado, que compartía un estado de nerviosa expectación.