Un oso irrumpe en una escuela primaria: una profesora llora al ver lo que lleva en la boca

Con los alumnos a salvo, Tina volvió a centrar su atención en el pasillo. El oso seguía allí, paseándose inquieto, con el extraño objeto colgando de la boca. Sabía que tenía que sacar al animal antes de que hiriera a alguien.

El subidón de adrenalina del momento anterior no fue nada comparado con lo que Tina sintió a continuación; el corazón le martilleaba en el pecho con una intensidad que ahogaba todo lo demás. La visión del oso se grabó en su mente, una imagen vívida que no podía ignorar. Se vio obligada a actuar, impulsada por una mezcla de preocupación y curiosidad.