«¡James!», gritó con voz temblorosa. «James, ¿estás bien?» Pero sólo le respondió el silencio, denso y pesado. El pozo pareció tragarse sus palabras, dejándola con un silencio espantoso y el eco del grito de James en sus oídos. Se sintió impotente y su mente se agitó con los peores escenarios.
Presa del pánico, las manos de James temblaban mientras sacaba su teléfono, intentando desesperadamente encender la linterna. La oscuridad que le rodeaba era densa y le apretaba por todas partes. Con un clic, un haz de luz se abrió paso en la oscuridad, revelando los profundos espacios ocultos del pozo bajo él.