Tina dudó un momento, consciente de la enorme tarea que tenía por delante. No tenía ni idea de lo que era la pequeña criatura, sólo sabía que parecía extremadamente frágil y que necesitaba ayuda inmediata. Steve propuso consultar a un veterinario, aunque el más cercano estaba bastante lejos. A pesar de ello, cogió rápidamente el teléfono y llamó a un veterinario para comunicarle urgentemente la situación.
Cuando terminó de hablar, se produjo una larga pausa que aceleró el corazón de Tina. Casi podía oír el tictac del reloj, cada segundo se alargaba, lo que la preocupaba aún más. Finalmente, el veterinario le pidió que describiera a la criatura. Tina lo hizo lo mejor que pudo, mencionando cada detalle que notaba.