Un empleado de hotel decide salir a tomar un descanso, pero no se dio cuenta de que había un oso al acecho

Al anochecer, Mike se fue a trabajar. La noche empezó sin incidentes, con sólo un puñado de huéspedes por registrar. Llevó más toallas a la habitación 205 y sustituyó una bombilla que parpadeaba en el pasillo, tratando de mantenerse ocupado mientras la noche se desarrollaba lentamente a su alrededor.

A las nueve, el vestíbulo estaba inquietantemente silencioso. Mike volvió a comprobar las puertas, asegurándose de que estaban bien cerradas. Un débil viento agitó los cristales. Una sensación de inquietud le recorrió la espalda, aunque la descartó como el silencio típico de un hotel casi vacío.