Margaret llamó a su jefe por la radio incorporada y le dijo que se tomaba el resto de la mañana libre. Tras comunicárselo, se levantó y se volvió hacia los pasajeros. Les dijo que, aunque era muy triste para ellos, su prioridad era llevar al niño sano y salvo a casa. Los pasajeros entendieron todo esto y salieron sin crear demasiados problemas.
Ahora que Margaret ya no estaba atada a su ruta, podía centrar toda su atención en el chico. Por desgracia, no había previsto el problema que surgió entonces.